domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Padecemos aquello que ignoramos?

Este refrán lo considero totalmente cierto por dos razones muy claras y que vivimos día en nuestra sociedad.

La primera de todas es que cuando te fijas en alguien que te gusta lo primero que haces es fijarte en el físico. Todo el mundo dice que no se fija en el exterior de las personas, pero yo digo… Si no nos fijamos en el exterior de las personas, ¿Por qué hay tanta discriminación a las personas feas, obesas, discapacitadas… en ese sentido? Nuestra sociedad, es una sociedad que valora más un buen físico que un buen corazón. Un claro ejemplo de esto son los desfiles de moda: modelos guapas y espectaculares lucen sus cuerpos orgullos de ser “perfectas” pero, ¿tienen igual de bonito el corazón que la cara? Algunas lo tendrán pero creo que la mayoría no.

Entonces los ciegos, que no pueden ver el físico de las personas, ¿no tienen derecho a enamorarse? Tienen el mismo derecho que los videntes, pero ellos valoran más los sentimientos y el corazón de las personas que les rodean. Todos deberíamos aprender un poco de ellos y no ser tan críticos con el aspecto de una persona porque esté más rellena, porque tenga gafas, tenga aparato…

Todo el mundo sabe que una cara bonita gana más que una persona bella de corazón a primera vista porque juzgamos las cosas sin conocerlas. Hacemos esto porque los sentimientos no se ven a simple vista sino que tenemos que conocer a esa persona para ver sus intenciones.

Creo que si todos nos pusiéramos una venda en los ojos y tuviésemos que conocer a otras personas, seguro que no nos pararíamos a hablar con ellas sino que la palparíamos para tener una idea de su físico.

Por otra parte están las desgracias que pasan fuera de nuestro alcance. Si, podemos sentir lástima o pena incluso nos podemos sentir mal, pero nunca sabremos lo que se siente hasta que no lo veamos con nuestros propios ojos o lo sintamos. También es cierto que no todo el mundo es así, hay personas que realmente lo padecen e intentan hacer lo que está en sus manos por aportar un poco de ayuda. Otras sin embargo no hacen nada aunque digan que les preocupa el asunto.

Debemos intentar quitarle la veracidad a este refrán, porque sino creo que a las personas que se les aplique no les va a ir tan bien como a las personas que no les hace falta ver para sentir.

En conclusión, no se padece aquello que se ignora.

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