“Un pensamiento que se apoderaba de mi mucho más de lo que
yo podía apoderarme de él. Un pensamiento del que no podía subirme o bajarme a
voluntad. Estoy seguro de que fue en ese momento cuando por fin empecé a
pensar” (Fernando
Savater, reflexión sobre la muerte a los 10 años)
La muerte es
la primera reflexión filosófica que todas las personas tenemos. En mi caso, fue
una noche, acostada en la cama, cuando empecé a pensar, que un día yo ya no
existiría. Eso me causo una sensación que aún hoy no puedo explicar, una
especie de miedo, de dolor interno, de vacío… El hecho de morir, implica dejar
de existir, y con esto dejar de sentir, de soñar, de pensar, de estar
simplemente sin hacer nada, de respirar, de todo. Lo más parecido que conocemos
a esto es dormir, solo que la gran diferencia existente entre ambos, sería que
dormir es un punto y seguido, quizás punto y aparte, y morir es punto y final.
Un punto y final que no deja de causarnos miedo, por ser el final de toda
nuestra existencia, todo lo que ha tenido sentido para nosotros hasta el
momento, todo lo que hemos vivido, todo lo que hemos sido, toda la gente a la
que hemos conocido, cada situación, cada sitio, cada recuerdo… Y sólo queda un cuerpo
inerte en un ataúd, que acabará descompuesto, y el recuerdo de hijos, nietos… y
más tarde el olvido. Será como si nunca hubiéramos pasado por aquí, un simple
eslabón en la inmensa cadena de la evolución, insignificante, inútil, efímero.
En realidad,
estas reflexiones que tenemos acerca de la muerte ya desde pequeños, no dejan
de ser factores que nos hacen más humanos, reservadas estrictamente al hombre,
y que no son malas, sólo nos hacen pensar y darnos cuenta de cómo son las
cosas, nos revelan otra perspectiva del mundo y de su visión, y aunque suframos
al pensar en ello, y nos de miedo, son bastante útiles en muchos casos. Además
son reflexiones personales, porque la muerte es un hecho personal, del que cada
uno tiene su punto de vista. Yo destacaría que es un final al que ninguno
queremos llegar, porque es normal, nadie quiere morirse, y que sea todo negro
para siempre es difícil de aceptar.
Conforme van
pasando los años, vamos admitiendo este hecho, dándonos cuenta de que está más
cerca y de que es inevitable, todos tendremos que morir tarde o temprano, y
nadie podrá hacerlo por nosotros. Llegará un momento en el que será nuestra
vida la que llegue al final del camino, será la nuestra la que dirá “se acabó”,
seremos nosotros y no otros quienes dejaran este mundo, y por mucho que
intentemos huir de ello, llegará, es una cosa demostrada, llega un momento en
que, en el cuerpo de una persona, sus células van muriendo, no se van
regenerando… y es ley de vida. En esto consiste el envejecimiento, cuando pasan
nuestros años, que a medida que los cumplimos nos parecen ir más rápido, vamos
envejeciendo, comenzando a ser sólo una sombra de lo que fuimos. Por eso mismo,
también me surge una pregunta: ¿Qué pasaría si no muriéramos? ¿Realmente hay un
momento en el que decir “ha llegado mi hora”? Es una cuestión perteneciente al
ciclo de la vida. La muerte es una cosa natural, que debemos aceptar, porque
forma parte de nuestra existencia. Igual que existe un nacer, existe un morir.
Cuando muramos, será igual que en el momento en el que aún no habíamos nacido.
No existimos, nadie nos espera, no tenemos consciencia, no existe un tiempo ni
un lugar, y en teoría tampoco un futuro al que dirigirse. Pero es verdad, que
durante todos nuestros años de vida, y toda la historia de la humanidad, se ha
tenido la fe, o la creencia de que existe una vida más allá, una esperanza, un
paraíso mucho mejor que nuestro mundo, el final del camino al que todos
deseamos llegar, al que podríamos considerar un segundo nacimiento, mucho mejor
que el anterior.
Así que,
hablando de la muerte, podría entenderse, además de cómo algo trágico,
terrorífico, misterioso, un castigo quizás, también como un regalo, un paso al
paraíso, un final feliz. O quizá no. ¿Qué hay del infierno? También podría
haber detrás de la muerte un castigo eterno para pecadores y demás. ¿Qué misterios
hay detrás de la muerte? Es algo que
nunca sabremos, sólo en el momento en que llegue nuestro momento, cuando quizá
ya sea demasiado tarde.
“Y
¿qué es eso del Infierno?
me dirás.
Es el revés de lo eterno,
nada más.” (Unamuno)
me dirás.
Es el revés de lo eterno,
nada más.” (Unamuno)
Esta creencia
de un cielo o de un infierno es una simple esperanza ante el sentimiento de
ignorancia, de miedo, de vacío que sentimos ante la muerte; esperanza que sólo
algunos comparten. Otros simplemente, se resignan al hecho de un día, no volver
a despertar. Y por ultimo, otros nos negamos a aceptarlo, y seguimos sufriendo
y temiendo con todas nuestras fuerzas el momento en el que llegue el final. Y
este final llegará, para todos igual, sea como sea, hayamos vivido lo que
hayamos vivido, no importa lo que hayamos llegado a ser, ni cómo hayamos sido,
en un momento, la muerte nos pone a todos en el mismo lugar. ¿Y qué si no lo
entendemos? ¿Y qué si nos da miedo?
El hecho de
desaparecer no ha dejado nunca de preocupar al ser humano, por que no somos
capaces de entender la muerte, de controlarla, no manejamos nada el morir, es
algo que desconocemos totalmente, y eso asusta, y llega a preocupar tanto que
es la mayor pregunta de nuestra existencia. A pesar de esto, actualmente, se
está perdiendo el miedo a la muerte, sobre todo para algunos jóvenes, donde la
muerte ha dejado de ser esa figura tenebrosa e implacable, incluso resulta
atractiva.
Éstos jóvenes
parecen sentirse fascinados por la muerte, tal vez por carecer de excesivos
problemas reales como el hambre, la guerra… pagan mucho dinero por practicar
deportes de aventura, algunos de gran riesgo como el rafting o el puenting, que
les provoca la emoción de estar a dos pasos de la muerte. Pero no se puede
generalizar, porque muchos seguimos igual que en la antigüedad, temiendo la
muerte, y respetándola, ante todo. De hecho, cuando nos invade el angustioso
pensamiento de la muerte, intentamos evitarlo, porque empezamos a sentir una
extraña sensación de vacío, que duele, y nos abordan preguntas como ¿qué hago
aquí? ¿por qué existo? ¿cuál es el origen de la existencia, de mi existencia?
¿qué se siente al morir, la nada? ¿cómo es la nada?... e intentamos expulsar
esos pensamientos de nuestra cabeza, por que nos asfixian.
Muchos sabemos
que la vida es lo mejor que vamos a tener, de hecho, es lo único que vamos a
tener, que debemos aprovechar nuestro momento, porque cuando pase, lo echaremos
de menos. Realmente en el momento de la muerte, dará igual, puesto que todos
acabaremos igual, y además para siempre, pero habrá sido mejor disfrutar al
completo la oportunidad de vivir.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos. “(Jorge Manrique)
Así que, no nos damos cuenta de que la vida ha pasado, hasta que la muerte nos atrapa. Éste es el momento de decir adiós, cuando valoraremos si hemos aprovechado nuestros años, nuestra única oportunidad para pensar, soñar, hablar, perdonar, amar, compartir… vivir. Diremos adiós, un adiós definitivo, el final, un infinito “hasta siempre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario