jueves, 10 de noviembre de 2011

PUNTO Y FINAL

“Un pensamiento que se apoderaba de mi mucho más de lo que yo podía apoderarme de él. Un pensamiento del que no podía subirme o bajarme a voluntad. Estoy seguro de que fue en ese momento cuando por fin empecé a pensar” (Fernando Savater, reflexión sobre la muerte a los 10 años)
La muerte es la primera reflexión filosófica que todas las personas tenemos. En mi caso, fue una noche, acostada en la cama, cuando empecé a pensar, que un día yo ya no existiría. Eso me causo una sensación que aún hoy no puedo explicar, una especie de miedo, de dolor interno, de vacío… El hecho de morir, implica dejar de existir, y con esto dejar de sentir, de soñar, de pensar, de estar simplemente sin hacer nada, de respirar, de todo. Lo más parecido que conocemos a esto es dormir, solo que la gran diferencia existente entre ambos, sería que dormir es un punto y seguido, quizás punto y aparte, y morir es punto y final. Un punto y final que no deja de causarnos miedo, por ser el final de toda nuestra existencia, todo lo que ha tenido sentido para nosotros hasta el momento, todo lo que hemos vivido, todo lo que hemos sido, toda la gente a la que hemos conocido, cada situación, cada sitio, cada recuerdo… Y sólo queda un cuerpo inerte en un ataúd, que acabará descompuesto, y el recuerdo de hijos, nietos… y más tarde el olvido. Será como si nunca hubiéramos pasado por aquí, un simple eslabón en la inmensa cadena de la evolución, insignificante, inútil, efímero.
En realidad, estas reflexiones que tenemos acerca de la muerte ya desde pequeños, no dejan de ser factores que nos hacen más humanos, reservadas estrictamente al hombre, y que no son malas, sólo nos hacen pensar y darnos cuenta de cómo son las cosas, nos revelan otra perspectiva del mundo y de su visión, y aunque suframos al pensar en ello, y nos de miedo, son bastante útiles en muchos casos. Además son reflexiones personales, porque la muerte es un hecho personal, del que cada uno tiene su punto de vista. Yo destacaría que es un final al que ninguno queremos llegar, porque es normal, nadie quiere morirse, y que sea todo negro para siempre es difícil de aceptar.
Conforme van pasando los años, vamos admitiendo este hecho, dándonos cuenta de que está más cerca y de que es inevitable, todos tendremos que morir tarde o temprano, y nadie podrá hacerlo por nosotros. Llegará un momento en el que será nuestra vida la que llegue al final del camino, será la nuestra la que dirá “se acabó”, seremos nosotros y no otros quienes dejaran este mundo, y por mucho que intentemos huir de ello, llegará, es una cosa demostrada, llega un momento en que, en el cuerpo de una persona, sus células van muriendo, no se van regenerando… y es ley de vida. En esto consiste el envejecimiento, cuando pasan nuestros años, que a medida que los cumplimos nos parecen ir más rápido, vamos envejeciendo, comenzando a ser sólo una sombra de lo que fuimos. Por eso mismo, también me surge una pregunta: ¿Qué pasaría si no muriéramos? ¿Realmente hay un momento en el que decir “ha llegado mi hora”? Es una cuestión perteneciente al ciclo de la vida. La muerte es una cosa natural, que debemos aceptar, porque forma parte de nuestra existencia. Igual que existe un nacer, existe un morir. Cuando muramos, será igual que en el momento en el que aún no habíamos nacido. No existimos, nadie nos espera, no tenemos consciencia, no existe un tiempo ni un lugar, y en teoría tampoco un futuro al que dirigirse. Pero es verdad, que durante todos nuestros años de vida, y toda la historia de la humanidad, se ha tenido la fe, o la creencia de que existe una vida más allá, una esperanza, un paraíso mucho mejor que nuestro mundo, el final del camino al que todos deseamos llegar, al que podríamos considerar un segundo nacimiento, mucho mejor que el anterior.
Así que, hablando de la muerte, podría entenderse, además de cómo algo trágico, terrorífico, misterioso, un castigo quizás, también como un regalo, un paso al paraíso, un final feliz. O quizá no. ¿Qué hay del infierno? También podría haber detrás de la muerte un castigo eterno para pecadores y demás. ¿Qué misterios hay detrás de la muerte?  Es algo que nunca sabremos, sólo en el momento en que llegue nuestro momento, cuando quizá ya sea demasiado tarde.
“Y ¿qué es eso del Infierno?     
me dirás.                                    
Es el revés de lo eterno,             
nada más.”
(Unamuno)                              
Esta creencia de un cielo o de un infierno es una simple esperanza ante el sentimiento de ignorancia, de miedo, de vacío que sentimos ante la muerte; esperanza que sólo algunos comparten. Otros simplemente, se resignan al hecho de un día, no volver a despertar. Y por ultimo, otros nos negamos a aceptarlo, y seguimos sufriendo y temiendo con todas nuestras fuerzas el momento en el que llegue el final. Y este final llegará, para todos igual, sea como sea, hayamos vivido lo que hayamos vivido, no importa lo que hayamos llegado a ser, ni cómo hayamos sido, en un momento, la muerte nos pone a todos en el mismo lugar. ¿Y qué si no lo entendemos? ¿Y qué si nos da miedo?
El hecho de desaparecer no ha dejado nunca de preocupar al ser humano, por que no somos capaces de entender la muerte, de controlarla, no manejamos nada el morir, es algo que desconocemos totalmente, y eso asusta, y llega a preocupar tanto que es la mayor pregunta de nuestra existencia. A pesar de esto, actualmente, se está perdiendo el miedo a la muerte, sobre todo para algunos jóvenes, donde la muerte ha dejado de ser esa figura tenebrosa e implacable, incluso resulta atractiva.
Éstos jóvenes parecen sentirse fascinados por la muerte, tal vez por carecer de excesivos problemas reales como el hambre, la guerra… pagan mucho dinero por practicar deportes de aventura, algunos de gran riesgo como el rafting o el puenting, que les provoca la emoción de estar a dos pasos de la muerte. Pero no se puede generalizar, porque muchos seguimos igual que en la antigüedad, temiendo la muerte, y respetándola, ante todo. De hecho, cuando nos invade el angustioso pensamiento de la muerte, intentamos evitarlo, porque empezamos a sentir una extraña sensación de vacío, que duele, y nos abordan preguntas como ¿qué hago aquí? ¿por qué existo? ¿cuál es el origen de la existencia, de mi existencia? ¿qué se siente al morir, la nada? ¿cómo es la nada?... e intentamos expulsar esos pensamientos de nuestra cabeza, por que nos asfixian.
Muchos sabemos que la vida es lo mejor que vamos a tener, de hecho, es lo único que vamos a tener, que debemos aprovechar nuestro momento, porque cuando pase, lo echaremos de menos. Realmente en el momento de la muerte, dará igual, puesto que todos acabaremos igual, y además para siempre, pero habrá sido mejor disfrutar al completo la oportunidad de vivir.
 “Recuerde el alma dormida,          
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte              
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,             
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada         
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,             
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos. “(Jorge Manrique)
Así que, no nos damos cuenta de que la vida ha pasado, hasta que la muerte nos atrapa. Éste es el momento de decir adiós, cuando valoraremos si hemos aprovechado nuestros años, nuestra única oportunidad para pensar, soñar, hablar, perdonar, amar, compartir… vivir. Diremos adiós, un adiós definitivo, el final, un infinito “hasta siempre”.
                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario