sábado, 12 de noviembre de 2011

Ahora toca vivir la vida

Empiezo esta disertación con una pregunta, ya que la muerte no nos da ninguna respuesta, solo deja multitud de preguntas. ¿Tiene sentido nacer si luego no nos vamos a morir? “Morir es la consecuencia de la vida”, dijo el escritor Juan Antonio Cebrián Zúñiga, y estoy de acuerdo con él. Yo creo que el nacimiento es el principio de nuestra muerte. Imaginemos que los científicos descubren que podemos regenerar nuestras células, así que nunca moriríamos, pero lo vemos absurdo, ¿verdad? Incluso a mí me horroriza pensar que me quedaré aquí toda la vida. Aunque luego pienso en mis padres, en mis hermanos, en mis amigos, en esos abrazos y esos besos que parece que has vuelto ha nacer, en los llantos, en las risas, en cosas tan insignificantes como la canción que siempre escuchas cuando estás triste, o una mirada entre dos personas que se quieren, en las flores que brotan en primavera, en el atardecer en la playa… y la verdad es que se me quitan las ganas asumir que un día dejaré este mundo. Pero todo hay que aceptarlo. Porque como dijo el actor Roberto Benigni (de “La vida es bella”) “Morir no me gusta para nada. Es la ultima cosa que haré”.

De niño no piensas en la muerte, no te das cuenta ni de que existe, es algo que se va extendiendo en tu vida conforme creces, hasta que lo ocupa todo, hasta que llega. Cuando somos pequeños pensamos que eso es una cosa de viejos, que a nosotros no nos tocará hasta que tengamos 90 años, pero poco a poco te vas dando cuenta de que mañana puedes ser tú y que hay que vivir la vida como si mañana fuera tu último día sobre la tierra.

Me da miedo enfrentarme a la muerte, no a la mía sino a la de mis seres más queridos. No he tenido una experiencia antes, nunca me ha tocado vivirla de tan cerca, pero los años van pasando y me doy cuenta de que hay personas que no durarán mucho tiempo más a mi lado.

Yo creo que la muerte no es un final, yo creo que es algo que interrumpe tu vida, que aparece de repente, sin avisar. A veces sabes que llegará pronto y puedes estar preparado, pero la mayoría de las veces aparecerá, sin más y la vida, tu vida, se acabará. Si eres cristiano es posible que pienses que tu vida no se acaba allí, pero sí se acabará la vida que conoces, esas personas que más quieres desaparecerán, aunque siempre quedarán vivas en los recuerdos de la gente. Si eres cristiano, la muerte puede que sea algo que te hace pasar de una vida más material y terrenal a una vida más espiritual y del alma. Un punto y aparte.

Pero entonces, si sabemos que la muerte algún día llegará, ¿por qué la tememos? Quizás porque por naturaleza los humanos tememos aquello que desconocemos y que no tiene respuesta y, ¿qué hay más misterioso que la muerte? Podemos hacernos muchas preguntas: ¿cuándo llegará? ¿qué se siente cuando mueres? ¿habrá algo más allá o no seré ya nada cuando me alcance?... pero ninguna tiene una respuesta clara, o por lo menos universal, es decir, una respuesta que sirva para todos, seas de la religión que seas, tengas las ideas que tengas.

Yo creo que la muerte tiene una finalidad, yo creo que sirve para que nos demos cuenta de la vida, de lo que tenemos, de lo que nos queda por hacer, de lo que nos perderemos si no la disfrutamos ahora, porque ahora esto es lo que nos toca, aprovechar cada momento y vivir al máximo. Cuando muere una persona es cuando nos damos cuenta de lo que valía para nosotros, esos pequeños detalles que con el día a día nadie le daba importancia, después de la muerte cobran un gran valor.

¿Para los cristianos, es Dios el único que nos da la vida y que nos la puede quitar? La verdad es que no sé qué pensar. ¿O a lo mejor no es Dios, sino el Destino el que determina nuestra muerte? No lo tengo nada claro.

Pero entonces, ¿hay que vivir teniendo en cuenta la muerte o no? ¿Será diferente nuestra vida según cómo la enfoquemos? Yo creo que tiene que ser algo intermedio, que no podemos pensar continuamente que vamos a morir, porque entonces no disfrutaríamos la vida. Pero, en cambio, si nunca pensamos en que algún día vamos a morir, estaremos viviendo continuamente engañados; felices, sí, pero engañados. Hay que aceptar que vamos a morir, que nuestra vida un día se acabará. Sólo podemos temer el cómo o el cuándo.

Porque las muertes de las personas que nos rodean son como entreactos de una obra de teatro, pero algún día seremos nosotros los protagonistas de esta obra.

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