lunes, 14 de noviembre de 2011

LA HUELLA IMBORRABLE

La vida no sería nada si no esperáramos la muerte, y la muerte no existiría si no existiera la vida. Pero, ¿es la muerte de verdad la ausencia de vida?
Hay tres formas de encajar la vida, o tres formas de vivir la muerte. Aquellas personas que mueren de forma natural, aquellos a los que la vida les da un golpe tan fuerte que les hace perder la ilusión de vivir, y por último las personas que no la saben apreciar y viven como si estuviesen muertas, esas personas que se niegan a sentirse afortunadas por vivir es como si fueran muertos en vida. Pero al final todo se remite a la esperanza, que es la única fuerza lo suficientemente grande para mantenernos vivos.
Es un error el no dar las gracias por vivir. Debemos apreciar cada día por poder ver el amanecer y tener el privilegio de contemplar las estrellas que algún día se apagarán de una noche que terminará. Porque, antes de que hayamos disfrutado el presente, ya será pasado y antes de que nos haya dado tiempo a pensar en el futuro este se habrá convertido en presente. Y en ello cabe la belleza de la vida.
La cuestión está en el tiempo, en como se mueve, en como se escurre, cómo fluye siempre hacia delante; cómo los segundos se convierten en minutos y luego en días y luego en años, todos corriendo incesantemente en la misma dirección. Tal vez algunas personas puedan permitirse el lujo de esperar. Tal vez para ellas haya un mañana. Tal vez haya mil mañanas y te quede tiempo para entretenerte, tanto tiempo que puedas desperdiciarlo. Pero para otras personas, solo queda un hoy, y es imposible saber a cual de los grupos pertenecemos.
La muerte siempre ha producido miedo en el ser humano, sin distinción de época, sexo o etnia, este profundo sentimiento siempre ha estado presente en nosotros cuando hemos pensado en ella. Tener miedo es normal, todos lo tenemos. El miedo a la muerte se basa en el miedo que tenemos hacia lo desconocido, el miedo que nos provoca el dejar a nuestros seres queridos, el miedo que tenemos de que los demás no nos recuerden cuando nos hayamos marchado. El miedo es fácil de tener pero difícil de saber controlar. Y es el aprender a superarlo el que sin duda nos hace crecer como personas. Es normal tener miedo, pero si dejamos que se apodere de nuestra vida y nos invada, dejaremos de vivir la vida con plenitud para vivir solo miedo; y eso sería la muerte.
Gandhi dijo que lo que hagas en tu vida es insignificante, pero que aun así es muy importante que lo hagas. Puesto que todo aquello que hacemos deja una huella imborrable en cada persona que conocemos, y eso le hace comportarse de una forma el resto de su vida. Todos aquellos a quienes conocemos dejan una marca en nosotros que nos define como personas y nos hace humanos.
Durante todos los tiempo las personas siempre nos hemos planteado que si pudiésemos volver atrás en el tiempo haríamos las cosas de otra manera. Que si naciésemos siendo ancianos para luego ser niños, invirtiendo el curso natural de la vida como si de un río se tratase, todo sería más fácil. No nos equivocaríamos, no cometeríamos tantos errores ni haríamos daño a las personas que queremos. Pero en el universo solo hay una ley que no cambia nunca, la de que todas las cosas cambian y ninguna es permanente. Todo aquello que es bello lo es porque sabemos que tendrá un final. Nada tendría sentido si supiéramos que nunca iba a acabar, la vida perdería su belleza y todo aquello que nos rodea perdería su significado.

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