A lo largo del tiempo el ser humano se ha cuestionado si realmente
somos únicos y, en cierto modo, superiores al resto de especies. Hoy día
cualquiera contestaría con una respuesta afirmativa. Desde luego es un hecho
que parece más que evidente. Pero, ¿qué nos hace tan especiales?
Comúnmente asociamos el término “instinto” al de “animal”. Y la verdad
es que no se va muy desencaminado. El resto de especies animales se mueven y
viven mediante instintos, ya bien sea para reproducirse u obtener comida, no
son conscientes de lo que ocurre a su alrededor, se dejan llevar por dichos
instintos. Aquí aparece la clave: ser conscientes. La conciencia. En ella
reside la gran diferencia del ser humano. En contraposición a cualquier otro
ser vivo, el ser humano posee esta cualidad, tiene conocimiento de lo le
sucede, y es capaz de interiorizar, reflexionar y preocuparse de sí mismo y de
los demás. La conciencia es por tanto lo que nos hace subjetivos. Sin la
conciencia no somos capaces de juzgar y opinar por nuestra cuenta. Es la que
nos dota de la capacidad humana de elegir que deseamos hacer, es la que nos
ofrece el bien de la libertad.
Por tanto puede decirse que la conciencia es subjetiva. Pero llegados
a este punto debemos plantearnos algo. ¿Qué ocurre con lo objetivo del ser
humano? Ya que hablamos de aquello que hace especial a la raza humana sobre el
resto, cojamos un claro ejemplo: la ciencia y la tecnología. Es indudable que
estas dos disciplinas son totalmente objetivas. Teniendo en cuenta el razonamiento
anteriormente expuesto, ninguna de ellas depende de la conciencia puesto que son
neutrales. Sin embargo, ¿pueden estas actividades exclusivamente humanas
(ciencia y tecnología) no tener nada que ver con aquello que precisamente nos
hace totalmente distintos de las demás especies (la conciencia)?
Si, como acabo de indicar, seguimos estrictamente el razonamiento, la
conciencia no parecería tener nada que ver con ciencia ni con tecnología. De
hecho muchos opinan de esta manera a causa de la neutralidad de ambas. ¿Qué
llevaría entonces al desarrollo de estos dos ámbitos? De acuerdo, tratemos de
contestar a esta pregunta a través de un método meramente deductivo, utilizando
la lógica. En primer lugar debemos plantearnos la función principal de las dos
ramas. ¿Qué tratan de conseguir ciencia y tecnología? Facilitar las
actividades, describir procesos terrestres, etc. Para simplificar. Ambas tratan
de solucionar problemas. Nuestra siguiente pregunta se deduce fácilmente… ¿Qué
hace falta para detectar dichos problemas? La respuesta es sencilla: Observar.
Cualquiera que trate de solucionar un problema a través de la ciencia o la
tecnología debe primero observar lo que ocurre a su alrededor, analizar esto
mismo y poder así detectar el problema a solucionar. Bien, para terminar de
contestar la pregunta sobre qué impulsa el desarrollo de ciencia y tecnología
una última cuestión. ¿Qué nos hace capaces de analizar y ser conocedores de
todo cuanto ocurre en nuestro entorno? Parece que la respuesta es única. Nada
más y nada menos que la conciencia. Aquello que hemos desechado en un principio
es la respuesta más lógica a la pregunta.
Esto nos impide decir que la ciencia y la tecnología sean totalmente objetivas, puesto que están originadas desde el aspecto más subjetivo del ser humano. Desde nuestro propio punto
de vista tanto la ciencia como la tecnología son materias objetivas. Por ello
resulta más acertado decir que ambas son “subjetivamente objetivas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario