En un
juicio se pueden identificar claramente distintas posiciones en la sala. A simple
vista podemos saber quién va a ser juzgado y quién juzga. También podemos
localizar con una mirada a aquellos que son espectadores-observadores de lo que
ocurre.
La persona
que ha cometido un delito, se presenta ante la justicia, se expone a que lo
juzguen y decidan sobre él y sobre su LIBERTAD.
No me
refiero a libertad como algo opuesto a reclusión o encierro sino a su concepto
más amplio y filosófico que nos identifica como hombres y mujeres.
“La libertad, al fin y al
cabo, no es sino la capacidad de vivir con las consecuencias de las propias
decisiones”. James Mullen
Desde esta idea,
entiendo que la libertad no es tanto la capacidad para tomar una decisión sino
para asumir las consecuencias que conlleva una determinada decisión.
Además, esta libertad termina donde empieza la de los demás
o lo que significa lo mismo; soy libre de actuar siempre que respete los
derechos y libertades de los demás y esta es la base de nuestro estado de
derecho.
El estado de derecho está formado por dos componentes: el
Estado (como forma de organización política) y el derecho (como conjunto de las
normas que rigen el funcionamiento de una sociedad). En estos casos, por lo
tanto, el poder del Estado se encuentra limitado por el derecho.
Y entonces
me pregunto y os pregunto ¿No existe la libertad absoluta?
¿Es
la justicia un recorte de la libertad?
¿Todo
el mundo tiene derecho a ser libre?
En un
Estado de Derecho, la justicia es la garantía del ejercicio de las libertades
de los ciudadanos.
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